¿Podría un presentador del Telediario de 1980 conducir un informativo en 2020? ¿Y en sentido inverso?

A los asistentes a las dos primeras ediciones del Curso Online de Comunicación Televisiva de Atresmedia he procurado transmitirles las habilidades imprescindibles para ponerse delante y detrás de una cámara. Cuando estamos a punto de impartir una nueva edición del curso (del 7 al 11 de septiembre 2020), el periodista Alejandro Macías, gran conocedor de la historia de la televisión, se plantea en su colaboración con este blog si los profesionales de aquellos Telediarios de los años 80, por ejemplo, podrían conducir un informativo en la televisión actual. Y también si sería posible hacer el viaje inverso.

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LOS INICIOS

Cuando TVE comenzó sus emisiones regulares el 28 de octubre de 1956, nadie pensó que fuera necesario tener unos servicios informativos, total, en plena dictadura poco se podía informar. Hablamos de una época en la que todas las cadenas de radio tenían que conectar con “El Parte” de RNE, no se permitían boletines propios. De ahí que vuestros abuelos sigan diciendo eso de “voy a ver qué dice el Parte”, como si de una servicio militar se tratara.

Uno de los pioneros de aquella primigenia TVE, David Cubedo, fue el que sugirió que sería importante ofrecer noticias para los televidentes y la cosa se puso en marcha al año siguiente. Él mismo sería el presentador de una de las ediciones, los otros dos fueron Jesús Álvarez y Eduardo Sancho.

Un motorista llevaba los papeles con la información pautada desde RNE hasta el chalecito del Paseo de la Habana donde se encontraba la sede de la tele y los presentadores leían “a pelo” esa información. Poco a poco fueron incorporando fotografías y se suscribieron a los servicios de alguna agencia y también a los de imágenes de la poderosa CBS, cadena estadounidense que era la referencia informativa en aquella época. Eso en cuanto a lo internacional, lo nacional… tardaríamos unos años en mandar reporteros a la calle con cámaras de cine de formato casi aficionado y eso precisaba un revelado y montaje, así que normalmente no se emitían hasta uno o dos días después.

 

Cuento todo esto porque es necesario para entender lo que vino después y es que, en realidad, durante décadas no hubo grandes cambios en cuanto a la forma de presentarse ante el espectador. Hasta mediados de los setenta, y salvo honrosas excepciones de las que hablaremos, el locutor de informativos (no necesariamente periodista) era hombre, de voz generalmente grave y rotunda, de dicción perfecta y de edad media. Era rarísimo ver a un locutor joven, aunque los hubo, generalmente sustitutos o como “acompañantes” del presentador principal. En los 60 y primeros setenta la separación “Informativos vs. Programas” prácticamente no existía y algunos de los locutores más reconocidos de los Telediarios también se encargaban del entretenimiento, como el todoterreno Jesús Álvarez.

EL AUTOCUE NO SE GENERALIZÓ HASTA AVANZADOS LOS 80

El tele-prompter o autocue, ese aparatito que nos permite leer los textos directamente de la cámara, no se incorporó a los estudios de TVE de forma generalizada hasta… ¡mediados de los ochenta! Todos los presentadores utilizaban la técnica que el pionero Eduardo Sancho definía como “el bebe-patos”, es decir, leer del papel directamente y levantar la vista tanto como fuera posible para no perder el contacto visual con el espectador. En esto los había mejores y peores y algunos habían perfeccionado la técnica o bien tenían una extraordinaria memoria que les permitía aprenderse una parte del texto hasta que las “colas” decidían entrar en imagen.

No existían las conexiones en directo y las crónicas de los corresponsales (servicio que se había montado a finales de los sesenta) eran en formato cine o bien, para noticias de última hora, telefónicas sobre colas de imagen de alguna agencia, pero no en directo. Eso implicaba que cada vez que el presentador tenía que dar paso a un reportaje o a una crónica tenía que encomendarse a Santa Clara, patrona de TVE, para que no tardara demasiado. A veces esos segundos se hacían eternos y el pobre locutor aguantaba la espera con resignación. Si hoy nos ponemos nerviosos cuando se retrasa 2 segundos, imagina estar en un plató y esperar (fácilmente) 30 segundos. Estaban hechos de otra pasta.

Es importante recalcar que esa corrección y encorsetamiento eran exigencia de la Casa y que incluso existían multas por “salirse del tiesto”. Si había una equivocación y se consideraba “falta”, multa al canto. No se andaban con chiquitas, de ahí que hoy cuando vemos fragmentos conservados de aquellos telediarios nos parezcan “casi artificiales”. De esa época viene el famoso descalificativo de “bustos parlantes”.

EL PRIMER MATINAL

A finales de los 60 se producen tímidos intentos de modernizar todo aquello. En 1968 se monta el primer informativo matinal, “Buenos días”, y por primera vez una mujer aparece presentando noticias. Su nombre: Blanca Gala. Apenas duró una temporada en antena. Se paralizó aquello de la televisión matinal (breve apunte: no había tele por las mañanas, teníamos carta de ajuste, tras este efímero intento no hubo programación matinal hasta 1986, precisamente con otro “Buenos días”).

24 HORAS CON HERMIDA Y MARTIN FERRAND

Otro intento de evolución: la última edición del telediario en 1970 pasa a llamarse “24 horas” y se reclama a Jesús Hermida que regrese de la corresponsalía de Nueva York para encargarse de él. Había narrado la llegada del hombre a la Luna unos meses antes, llevaba ya unos años allí y había visto a grandes maestros como Walter Cronkite en la CBS o a la pareja Huntley-Brinkley en la NBC y pensó que le llamaban para hacer algo similar. Esa era la idea inicial pero Don Jesús tenía demasiada personalidad y el techo de “lo noticiable” todavía estaba demasiado bajo. Le sustituyó Manuel Martín Ferrand que tuvo problemas continuamente. El colmo fue cuando pidió un minuto de silencio por las víctimas de la guerra del Vietnam y eso provocó un conflicto diplomático. Suspensión de empleo y sueldo y poco después cancelación del informativo.

LA «REVOLUCIÓN» DE LA TRANSICIÓN

Esto fue bastante habitual hasta los ochenta, intentos de cambiar la forma de presentar las noticias que apenas duraban una temporada (con suerte). La verdadera revolución llegó durante la Transición. En 1976, Rafael Ansón llegó a la Dirección General de RTVE y una de sus primeras medidas fue cambiar los Telediarios de arriba a abajo. Tres presentadores formarían parte de la operación: Lalo Azcona, Eduardo Sotillos y Pedro Macía. Los dos primeros eran jóvenes, venían de la radio y, por lo tanto, no tenían ningún “vicio” adquirido de la vieja redacción de TVE. El tercero era un pionero que llevaba desde los primeros sesenta y que desde la edición de medianoche serviría de bisagra entre una generación y otra. Lalo fue una agradable sorpresa, aparecía con traje de tres piezas, corbata enorme pero no anudada hasta el último botón. No leía, explicaba. Sonreía, hablaba como alguien normal. De repente la audiencia ve que se están contando las noticias de verdad, que hablan de la legalización del Partido Comunista, de protestas en la calle, aparecen líderes que antes estaban vetados en la tele. Fue un intento que debería haberse estabilizado, pero dos años después se desmontó aquella redacción, hubo dimisiones de “las caras de la noticia” y se produjo una involución.

«AL CIERRE», CON AROZAMENA Y PREGO

A principios de los ochenta la campanada la dio un informativo minúsculo que se emitía poco antes de que se cerrara la emisión, por eso recibió el título de “Al cierre”. Lo presentaban Joaquín Arozamena y Victoria Prego. Ambos habían participado en 1974 en “Noticias en la Segunda”, una rebelión en el fondo y forma…  por eso se cortó a los pocos meses, todo el mundo empezaba a preferir aquel informativo rompedor y yeyé al que se emitía en la Primera y aquello no se podía permitir. En esa época, la Segunda (lo de “La 2” es de los noventa) o UHF no llegaba a todo el territorio nacional, así que tenía mérito. La Dictadura estaba muriendo pero los últimos coletazos siempre hacen daño y aquel noticiario era el más moderno de Europa. Joaquín y Victoria venían, por lo tanto, con la lección bien aprendida y su “Al cierre” fue el triunfador de la temporada. La clave estaba en que hacían periodismo interpretativo, contextualizaban, “contaban lo que estaba pasando” y Arozamena no era precisamente un busto parlante, sus manos en continuo movimiento fueron imitadas hasta la saciedad pero… tras esas parodias había admiración. ¿Cuánto duró eso? Una temporada, ¡qué sorpresa!

Y LLEGARON LAS MUJERES… AFORTUNADAMENTE

Afortunadamente de todos aquellos intentos se iban quedando algunas cosas. A finales de los 70 la presencia de mujeres en los Telediarios ya no era testimonial: Clara Isabel Francia, Rosa María Mateo, Elena Martí, Marisol González, Cristina García Ramos (la de “Corazón, corazón”, sí).

BYE, BYE, LOCUTORES

A mediados de los ochenta una nueva generación de periodistas llega a los Telediarios y, por primera vez, se destierra casi definitivamente la figura del “locutor”, es decir, un presentador profesional que lee lo que escriben los redactores. Es un primer paso para llegar a la figura del “editor-presentador”. Manuel Campo Vidal, Concha García-Campoy, Paco Lobatón, Carlos Herrera (poco tiempo pero estuvo ahí), Ángeles Caso… ¡Y por fin tenían autocue! Eso sí, fallaba tanto que a veces se hacían un informativo completo con el aparato escacharrado.

LOS 90

En los noventa ya tenemos a Matías Prats asentado en los Telediarios, a Ana Blanco estrenándose en el fin de semana junto a Francine Gálvez, a Pedro Piqueras… parece que nada ha cambiado, ¿verdad? Las privadas llegan y se producen grandes fichajes. Luis Mariñas abandona su TD para dirigir los primeros informativos de Tele 5, llenos de comentaristas como Andrés Aberasturi porque no había dinero para montar una redacción. La fórmula, por diferente, funcionó. Antena 3 unió a veteranos de la radio como Luis Herrero con jóvenes periodistas femeninas, pero quién llamó la atención fue José María Carrascal que con su “al filo de la medianoche” consiguió destacar entre la “normalidad” y que las otras cadenas también quisieran su “informativo de autor”. Una pena que eso ya no exista.

LA MODERNA «LA 2»

Creo que es justo reconocer que los ensayos para modernizar (y, por lo tanto, mejorar) la anquilosada fórmula del informativo televisivo en nuestro país se produjeron en la 2. Desde el ya mencionado y efímero “Noticias en la Segunda” del 74, a su sucesor “Redacción noche” en el 76, los diferentes títulos que comandó Arozamena o el siempre rompedor “La 2 Noticias” con un Lorenzo Milá en sus primeros años que, literalmente, educó informativamente a toda una generación de estudiantes de Periodismo. Su paso al Telediario de la 1 (corbata sí, corbata no) se saldó con buenas críticas y audiencias y sin perder un ápice de su naturalidad.

Tampoco podemos olvidar que las “noticias” no sólo se cuentan en los diarios, otros formatos como “Informe Semanal” nos  han descubierto a algunos de los mejores comunicadores de este país y es inevitable nombrar a Rosa María Mateo y Mari Carmen García Vela que con su hablar pausado marcaron escuela.

¿QUÉ HA CAMBIADO?

¿Ha cambiado radicalmente la forma de presentar las noticias? Se perfecciona la técnica pero desde hace 30 años no hay grandes alteraciones. Los presentadores pueden ser más o menos simpáticos, ahora se ponen de pie y pasean por el plató pero eso ya se había visto antes. Convive la ultramodernidad de la realidad aumentada con el decorado eterno de Telecinco… y no hay diferencias considerables en el share. Lo que importa es que lo que se cuente sea real y esté contrastado, que la información sea honesta (ya que la objetividad es imposible), que no haya partidismos y que quien comunique tenga credibilidad. ¿Y eso cómo se consigue? Desde luego no haciendo aspavientos o siendo sensacionalista, la credibilidad es ese ente que se trabaja durante años y que se pierde en un minuto. ¿Todos nuestros presentadores/as la tienen? No, pero muchos han encontrado su nicho de mercado y en estos momentos eso parece importar más. ¿Podría un presentador/a del Telediario de 1980 conducir uno hoy en día? Sí, la técnica le ayudaría a hacer mejor (y más cómodamente) su trabajo. ¿Podría cualquier presentador/a de hoy hacer el viaje inverso? Creo que tardaría más, mucho más, en acostumbrarse. No olvidemos, por tanto, que lo básico no ha mutado: informar (no aleccionar). Da igual que el decorado sea una pantalla de 6 metros o una cortina, la capacidad comunicativa tiene que ver con el talento, sí, pero también con la ética y con la práctica.

Alejandro Macías

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