Permítanme que insista: Carta a Matías Prats.

matías prats
Año 1999. Matías repasa los papeles antes de la primera emisión del informativo territorial de Antena 3 Galicia, desde la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Yo, que me estrenaba como presentador, hacía que leía. Demasiada tensión acumulada: mi primera vez ante las cámaras, un directo cara al público y  el encargado de darme la alternativa era el profesional de la televisión que más admiraba en ese momento (y que sigue siéndolo), Matías Prats.

Querido Matías:

          Escribo estas líneas el sábado 27 de febrero de 2016, dos horas antes de que reaparezcas al frente de las Noticias del Fin de Semana. Esta foto, recordarás, la dejaste en la mesa que compartíamos en la redacción de Antena 3 el día en que nuestra querida Mónica Carrillo dejó Las Noticias de la Mañana y pasó a presentar contigo Noticias. En el reverso escribiste una dedicatoria:

«En el día del relevo, con cariño, Matías Prats».

Fue un detalle bonito por tu parte, pero no el único. El día de la imagen (¡hace ya 17 años!) supongo que notaste mis nervios y que, para animarme, me preguntaste qué era lo más difícil que había hecho hasta entonces en televisión. Te contesté que la cobertura de la muerte de un hombre en el desprendimiento del basurero de Bens, en A Coruña. Pensé en el dolor de los familiares del fallecido, presentes en la zona durante los días que duró la búsqueda del cadáver, y en las condiciones de trabajo de los periodistas que allí trabajábamos, rodeados de toneladas de desperdicios. «Si has podido con aquello, podrás con esto», me dijiste, seguido de una frase de ánimo que no recuerdo, pero que era algo parecido a «así que, «¡adelante! «.

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Matías, con Mónica, en el día de su vuelta. (Foto de Óscar Vázquez).

Hoy quiero agradecerte el efecto que ha tenido en mí esa frase. Esta bendita profesión que compartimos obliga continuamente a adaptarse: a las nuevas herramientas tecnológicas, a las nuevas formas de contar las noticias, a las nuevas exigencias del espectador… En el instante en que me planteaba una oportunidad laboral, siempre he pensado en tu consejo. Si he salido airoso de aquello, ¿por qué me tiene que dar miedo esto?, me respondo. Y añado esa coletilla que textualmente no recuerdo: «así que, ¡adelante!».  La escucho internamente y con tu voz prodigiosa, al estilo de una de tus locuciones publicitarias. Pero en vez de ¡Permítame que insista! o ¡y cada día de más gente!, me sugieres lo de «así que, adelante!». Y siempre te hago caso.

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-Matías: «Veo la actualidad nacional un poco borrosa». Siempre con sentido del humor.

 

Otra característica del periodismo, y más del televisivo, es que está lleno de altibajos. Ante las cámaras, a veces se está y a veces no se está. En uno de estos últimos momentos me encontraste hace unos años. Pasabas con tu coche y desde él lanzaste una señal de aliento. Ibas ya a aparcar, pero debió de parecerte insuficiente porque diste la vuelta, bajaste del vehículo y me diste un cálido abrazo y, otra vez, una frase que permanece en el disco duro de mi memoria: «Tranquilo, ¡son ciclos!». ¡Es así!  ¿Qué es la vida? ¡ciclos! Y bendito el día que me lo recordaste.

Hoy reapareces en televisión, recuperado de esa afección ocular que te ha tenido de baja durante unos meses. Te he echado de menos, como millones de espectadores. Vuelves al lío, estrenas ciclo. Con tu forma personal de contar las noticias, con tu credibilidad ganada a base de ¿cientos de miles? ¿millones? de «pasos a vídeo», de entrevistas, de retransmisiones en directo, de improvisaciones.

Esto son ciclos, querido Matías, y ahora comienza para ti uno nuevo y bueno. Te lo mereces. Así que ¡adelante!

Con cariño y admiración,

Luis Fraga.

27 de febrero de 2.016

PD: Poco después de la emisión del informativo de hoy, Matías ha tenido un detalle, otro más, con el que me ha vuelto a emocionar. Me ha llamado por teléfono para agradecerme esta entrada y, fiel a su sentido del humor, volvió a imitarme a mí imitándolo a él. Esto es algo enrevesado, me explico: Me gusta imitar a Matías, él lo sabe y cuando coincidimos caricaturiza aún más los rasgos de sus imitadores. Me imita ¡imitándolo!

Ya os he contado que es un tipo muy grande.

 

 

 

 

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